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“Iluminar” comunidades para avanzar hacia ciudades inteligentes

Por Luz María García, Gerenta de Sé Santiago SmartCity en Fundación País Digital (FPD)

Las ciudades y territorios inteligentes generan datos de valor para la toma de decisiones en tiempo real, a través del uso y apropiación de tecnologías. Esto otorga a las ciudades la capacidad de entender, comprender y resolver sus desafíos y problemas, con foco en la metodología de innovación social. Es decir, una ciudad inteligente es aquella donde las redes y servicios tradicionales son más eficientes gracias al uso de tecnologías digitales y redes de telecomunicaciones, en beneficio de sus habitantes y empresas.

En el avance de la infraestructura digital en nuestro país se ha observado una evolución en las tecnologías asociadas a la conectividad, sea fija o móvil, provocando oleadas de recambio tecnológico. Sin embargo, nos encontramos con ciertos desafíos al momento de la masificación de internet. Entre ellos, se cuentan el despliegue de conectividad de ciertas comunidades, barrios o zonas que pueden quedar “ciegas” u “oscuras” sin la existencia de un mayor incentivo, o por la elección de una tecnología muy cara en su implementación; y zonas “rojas”, por la saturación o cruce de servicios entre distintos operadores, o la falta de competencia en algunos puntos.

De acuerdo a nuestro estudio “Brecha en el uso de Internet: Desigualdad Digital en el 2020”, existe una brecha respecto a la zona geográfica, con regiones que poseen mayor proporción de usuarios de Internet que otras, destacando a la Región Metropolitana con un 87,5%, y en el otro extremo la Región de Ñuble con un 64,8%. Asimismo, revela que, pese a que un 80% de la población potencialmente usa internet en el día a día, sólo el 57,9% de la población rural sería usuaria de internet.

La tecnología representa un facilitador para “iluminar” aquellas comunidades que mantienen brechas digitales, permitiendo que las personas habiliten el entorno y se relacionen con otros a través de la integración de los elementos de la ciudad en localidades rurales, junto con mayor interacción con las instituciones y los sectores económicos. Así, todos los territorios pueden ser considerados inteligentes, siempre que tengan espacios de sostenibilidad, participación, cohesión y redes. En este sentido, la apuesta conjunta de ciudades y territorios inteligentes permite mejorar la calidad de vida de las personas, a través de la optimización de servicios públicos y privados en ámbitos prioritarios, en coordinación con el Estado, la sociedad Civil y las ciudades, basándose en la sostenibilidad ambiental y en la inclusión social y tecnológica.

Hoy las ciudades -que se vuelven cada vez más complejas de administrar, gestionar y ordenar- se ven enfrentadas a diferentes desafíos, debido a la gran cantidad de dinámicas, actividades y procesos realizados en un mismo entorno físico. Por eso una ciudad inteligente busca fomentar la planificación urbana y el desarrollo de mecanismos de decisión dinámicos que tomen en cuenta el crecimiento y la inclusión de procesos de participación ciudadana.

El objetivo de “iluminar” comunidades es generar territorios más inclusivos, sostenibles, innovadores y resilientes, en pos de mejorar la calidad de vida de sus habitantes.  Necesitamos acelerar las inversiones en cobertura de carreteras, comunidades, hospitales y escuelas, para mejorar significativamente la calidad y cobertura de internet a través de servicios móviles para una gran parte de los chilenos, y así prepararnos mejor para futuros eventos. 

Con miras sobre este objetivo, durante el último año, el Consejo Regional (CORE) de Santiago, aprobó un plan de inversión de 5.924 millones de pesos entre 2022 y 2024, para llevar fibra óptica a 99 localidades de las 18 comunas rurales de dicha región, resultando sin duda, una iniciativa relevante para el fortalecimiento de las comunidades que se encuentren a “oscuras”.

Tenemos que trabajar en conjunto para que Santiago, y las demás ciudades de Chile, sean las más inteligentes de América Latina y referentes a nivel mundial, por ser innovadoras, sostenibles y competitivas, pero, por sobre todo, por ser mejores territorios para todos sus habitantes. El desafío en los próximos seis años es consolidar e institucionalizar todos los avances en la materia, para así posicionarnos como los líderes en ciudades inteligentes en la región.